Primero fue el deseo, luego la obsesión, luego el miedo de no ser capaz.luego la incredulidad de una preciosidad chiquitaja salida de mi, luego el deseo desbocado de repetir, luego la fuerza, la culpabilidad de no saber hacerlo bien, la impotencia cuando las cosas no han salido como yo pensaba que tenían que ser, luego las lágrimas de alegría cuando se hacía realidad algo con lo que no me había atrevido a soñar demasiado...
Y cada día, cada mes, cada año de los ya 27 que llevo siendo madre, la certeza absoluta de que son lo mejor que me ha pasado en la vida,aunque se me encoja el alma cuando recuerdo momentos que me hicieron dudar no sólo del futuro, sinó de la inmutabilidad de mi amor por uno o por el otro, aunque a veces chirríe los dientes cuando el pequeño se cierra en banda y no escucha, aunque se me erice hasta el último pelo de angustia cuando el mayor me dice que se ha vuelto a pelear con su novia, aunque el miedo me haya acelerado el pulso a menudo...
La maternidad no es como la esperas, teñida de rosa y siempre happy .pero si volviera a empezar, además de mis dos petardos, tendría otros dos...por lo menos!
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