"Mamá vull una germaneta",me decía insistentemente mi hijo mayor a sus tiernos 3-4 años.Ah,inocente, no sabía lo que estaba pidiendo...pero más inocente la mamá, que soñaba futuras situaciones de pelicula cursi de serie B,en las que el amor fraternal se revela tan intenso que llega a ser vomitivo y empalagoso...¡pero que bonito!.
Y llegó la "hermanita", sólo que fue hermanito. Pecatta minuta,al fin y al cabo, porque el mayor,embelesado, miraba aquella cosa pequeña que,como todos ,de momento se limitaba a llorar, cagar y mear...y a estar todo el santo dia colgado de la teta de mamá,con una adoración que se batía en duelo con los normales celos.
Y los años fueron pasando,y llegó la adolescencia,esa edad en la que una de las frases preferidas es la que da título a este blog...los dos churumbeles transitan esta etapa con premeditación y alevosía,a fondo y con los cinco o seis o mil sentidos focalizados en dar por saco...el mayor va convirtiéndose en un joven adulto,a pasito de tortuga eso si,y el pequeño aún gozará del estatus de adolescente durante unos años, habida cuenta que sólo tiene 16 ...
A veces pienso cómo hubiera sido tener más de dos...y bueno...no sé si mi salud mental hubiese resistido otra adolescencia o dos más.Una ya no está para estos trotes, sobretodo porque mis hijos han decidido apuntarse al carro de los fans del mito de Caín y Abel "light"y se llevan a matar,o directamente no se llevan.Uno porque no quiere que su hermano haga el burro tanto como lo hizo él y el otro porque no quiere que el hermano vaya dándole lecciones de nada,la cosa empieza a estar algo tensa...y pensar que hace nada, cuando al pequeño le pidieron que hiciese una redacción sobre una persona a la que admirase,escogió a su hermano...
Esperemos que el año nuevo nos traiga un poco de paz en este aspecto...
Seguiremos informando.
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